La nueva poesía | La visión de Nuria Ruiz de Viñaspre

©La autora reflexiona sobre la nueva poesía escrita por mujeres en un tiempo en que las voces femeninas van conquistando, no sin dificultad, un espacio cada vez más amplio. 
© NURIA RUIZ DE VIÑASPRE

«Hay que escribir para ser, además de ser». Preguntas al lenguaje de Ivonne Bordelois. (Ediciones La Palma, Eme, 2016)

Hace tiempo que la mujer viene reinventándose, y no solo en el ámbito literario. Estamos en la era de la reinvención. Hoy más que nunca la poeta es gestora, editora, escribiente, escribidora, es gerundio y participio, pues en ella confluye el agua de todos los verbos. Y es que ella tiene la palabra.

Y una de estas palabras es testigo, que por definición es aquella persona que es capaz de dar fe de un acontecimiento por tener conocimiento del mismo y cuya declaración recibe el nombre de testimonio. Es, por tanto, un medio de prueba de que algo “existe” (vuelvo a entrecomillar este existe), ya que quien es testigo de algo puede contar a otros ese algo, pero si no hay testigos, el tiempo acabará enterrando todos esos algo. Y si lo piensan, ya está este mundo lleno de muchos algos olvidados, sobre todo en el campo de la literatura donde el tiempo ha enterrado grandes nombres de mujer. Recordemos sino las Sin sombrero, que han tenido que pasar años hasta este hoy para reconocerlas y quitarnos ahora el sombrero ante ellas.

 Testigos poéticos, tomar la palabra, tomar el relevo… Al final todo es lo mismo, entregar el testigo a los que vienen detrás, como aquella herencia de la que hablaba el sociólogo francés Pierre Bourdieu, como ese pasar el vestigio, la seña, el testimonio, como ese capital simbólico que ya señalaba en el libro La dominación masculina. Como esa herencia que las mujeres pasadas dejan a las venideras. El futuro tomando el testigo del pasado, o el pasado ofreciendo el testigo al futuro. Recordemos que para Bourdieu el capital simbólico es la construcción estatal de las mentalidades, algo así como ese adentrarse en los campos de orden intelectual dentro de la sociedad, formar parte de la cultura, del bagaje. Está claro que hacemos de intermediarios entre el pasado y el futuro, que unimos los tiempos. Que soltamos un hilo para que los que vienen detrás lo recojan, como el que toma el testigo, y cosan la brecha que existe en la historia. Las mujeres, por ejemplo, toman la palabra año tras año, siglo tras siglo, para dejarnos a las que venimos detrás el testimonio (de nuevo esta palabra) de sus voces y de su manera de ver el mundo y la vida. Por eso existe hoy una nueva poesía, por esa herencia desde el pasado, por la mención.Y en ese hueco de la historia, en esa brecha de la mención, es justo donde entra las iniciativas pensadas y llevadas a cabo por mujeres. Mujeres que mencionan a otras mujeres. Y digo mujeres que mencionan a mujeres, porque recordemos que ya desde la cultura clásica la mujer y el cuerpo femenino siempre han tenido una connotación negativa. El pensamiento de los psicoanalistas introduce la idea de que la mujer es un ser incompleto. Schopenhauer, Hegel, Nietszche, en fin, filósofos, pensadores, psicoanalistas ponían siempre a la mujer una connotación negativa.

Históricamente los cánones marcados, ya no solo en el campo literario, han sido patriarcales. Y en el campo de la literatura es muy patente. Hay una literatura femenina, igual que existe una literatura masculina, bueno, más correctamente habría que decir que existe una literatura escrita por (no de) mujeres y una literatura escrita por hombres, como seres biológicos que somos, como entes, donde deberían convivir del mismo modo y con la misma visibilidad.

16-01-2017 Paloma Porpetta y su hermana. Fundación Gloria Fuertes. Foto: © Carlos Carrión. Todos los derechos reservados.

Sin embargo, resulta curioso que más allá de Pierre Bourdieu, los estudiosos que mencionan a esas mujeres silenciadas hayan sido precisamente eso, mujeres, (de nuevo la teoría de la mención. Publicar libros escritos por mujeres, por tanto, un acto de mención. Una de tantas pautas de normalización surgida por una cuestión de equilibrio, de paridad. Al fin y al cabo, las mujeres somos la mitad de la población humana y por tanto la mitad de las voces.

Torremozas  es un ejemplo ya que desde 1982 está especializada en la literatura escrita por mujeres, y que bajo la inteligente mirada y mano de su directora, Marta Porpetta, nos invita a mirar por la mirilla de la poesía y el relato corto. Recientes colecciones como la colección Eme, dependiente de Ediciones La Palma, que desde 2013 publica literatura escrita por mujeres y que pretende unir orillas, construir puentes entre España e Latinoamérica, o asociaciones como Genialogías, que también desde 2013 reúne en Madrid a cada vez más poeta de distintas generaciones y que aspira a recuperar el espíritu de aquellos Encuentros entre mujeres poetas que tuvieron lugar entre 1996 y 2005 en ciudades españolas. O iniciativas como La Tribu (latribu.info), llevada por Carmen de la Cueva o el proyecto Cien de Cien llevado por la poeta Elena Medel, como el rescate de poetas silenciadas.

Igualmente podemos disfrutar de la recientísima colección Toda la noche se oyeron, de Ediciones Polibea  llevada por la joven y premiada poeta Verónica Aranda, donde la mayoría de las publicadas son mujeres. Todas estas publicaciones y propuestas, son las herramientas perfectas para continuar con aquella herencia cultural que proponía Bourdieu.

Elena Medel

El futuro tomando el testigo del pasado, como en estos casos, o el pasado ofreciendo el testigo al futuro, como aquel testigo que soltó al aire la poeta argentina Noni Benegas, cuando ya hace 20 años publicaba la antología Ellas tienen la palabra, Dos décadas de poesía española, Hiperión, 1997, que preparó junto a Jesús Munárriz, y que incluía un gran estudio preliminar de su autoría, que abrió un camino de investigación que ha prolongado en el tiempo hasta el día de hoy.

Hay voces nuevas que vienen empujando porque supieron recoger el testigo que se lanzaron del pasado las consagradas. Por citar algunos nombres rabiosamente jóvenes, María Sotomayor, Irene X, Berta García Faet, Layla Martínez, Elvira Sastre, mujeres jóvenes que conectan con un público joven y no tan joven y que hoy en día tienen el testigo.


SOBRE LA AUTORA

NURIA RUIZ DE VIÑASPRE  (Logroño, 1969) Poeta y editora. Dirige la Colección eme (Escritura de mujeres en español), de Ediciones La Palma. En 2004 ganó el XX Premio de Poesía Ciudad de Tudela (Navarra), en 2014 fue galardonada con el Premio Racimo 2014 de Literatura, y en 2015 se alza con el XII

Premio de Poesía César Simón con su última obra, La zanja (Editorial Denes, 2015). Libros publicados: El mar de los suicidas (Huerga y Fierro), Desvaríos subterráneos (Devenir, 2001 y Editorial Globo, 2001), El campo de tus sueños rojos (Mañana AC es Arte, 2003), Ahora que el amor se me instala (CELYA, 2004), La geometría del vientre (Poesía eres tú, 2008), El pez místico (Olifante, 2009), Tablas de carnicero (Luces de Gálibo, 2010), Órbita cementerio (Luces de Gálibo, 2011), Tabula Rasa, junto a Ana Martín Puigpelat (La Garúa, 2013), Pensatorium, publicado también por La Garúa, 2014, La zanja, ganador del XII Premio de Poesía César Simón, (Denes, 2015) y El temblor y la ráfaga (Ejemplar único, 2016).

Foto de la autora © Félix Fradejas 


Nota: La imagen que en portada ilustra el artículo es un lienzo de Maurice Utrillo. «The mont cenis street under snow montmartre«. 1952-55. Del archivo de Trianarts. Gentileza de Concha Rodríguez de La Calle