El contrabando ejemplar, Premio Herralde de Novela 2025, funciona como una alegoría feroz sobre los males históricos de Argentina. A través de una fábula grotesca y política, Pablo Maurette retrata un país condenado por el contrabando, la corrupción y el fracaso moral de sus élites.
© VICENTE MANJÓN GUINEA
Hay una frase que sobrevuela continuamente la novela de Pablo Maurette. Una sentencia que, emulando a Vargas Llosa y su referencia al Perú en su gran obra Conversación en la Catedral, dice: «¿En qué momento se jodió la Argentina?».
Es la frase a la que se intenta dar explicación en el dispersivo argumento de El contrabando ejemplar. Una novela, la del periodista nato en Buenos Aires y residente en Florencia, que se inicia con la premisa de un joven aspirante a escritor. Un tipo que pretende recuperar el manuscrito inédito de un conocido suyo, Eduardo, para dar clarividencia al mal que asola Argentina. Un país sustentado sobre los débiles cimientos del contrabando económico e incluso cultural. Una corrupción fomentada por una oligarquía gobernante que modificó las estructuras sociales y políticas para convertirlo en una economía contrabandista a su antojo. El saco roto del oligarca cipayo, del milico vendepatria y del fantoche liberal que desprecia a su tierra y que la vende al mejor postor, dirá Maurette.

43ª edición del premio Herralde
La novela navega entre el ensayo tanto como entre la historia y la fábula de personajes grotescos que parecen salidos de esas novelas embadurnadas de realismo mágico en García Márquez, como de una literatura fantástica y satánicamente aterradora en los mitos y leyendas de Cunqueiro.
Será una mujer, Teruca, preñada no se sabe cómo y que da a luz a un recién nacido la que inicie el peregrinar de la Argentina hacia la desdicha. Un bebé de tres cabezas: una de burro, una de liebre y otra de pescado, con la espalda cubierta de escamas y las piernas peludas con pezuñas de cerdo. Un engendro que muere al poco de nacer y al que dos indios entierran junto a un ombú al lado de la catedral. Será la savia venenosa de ese árbol el combustible que mantiene activa la maldición por siempre.
Una ponzoña fotosintética es el origen del fracaso de la nación. Un hechizo que solo puede deshacerse encontrando el árbol y regándolo con leche de vaca polaca, de una raza especial que casi no existe. Desde entonces la maldición persiste y la Argentina está condenada al caos y la miseria por los siglos de los siglos. No hay antídoto. Ni tan siquiera la vuelta a ese idealizado peronismo que, según pone el autor del libro en boca de alguno de sus personajes, fue el único intento verdadero de proyecto nacional. «La primera vez que tuvimos la chance de ser algo más que un granero y un corral en el fin del mundo para que unos pocos se llenaran los bolsillos».
Y así, entre soflamas de reflexión filosófica, de indagaciones político-culturales y de desatinos histórico-económicos, el ensayo se mezcla con la ficción autobiográfica en El contrabando ejemplar. Hasta el punto de decir una cosa y su contraria. Elevando a Perón a la categoría de un gran líder al sustentar que fue el primero que derribó esa idiosincrasia mezquina. El único que realmente construyó las bases para hacer una nación, cambiando la cara al país. Dando la suficiente dignidad en favor de los derechos de los trabajadores, del sufragio femenino, del plan quinquenal y de la separación de la Iglesia y el Estado.
Políticos que dicen que van a terminar con la corrupción, que va a haber justicia social e igualdad, pero que, en realidad, no hacen nada porque no conocen la maldición. Una septicemia que ha terminado convirtiendo el peronismo en un resentimiento. En un odio a que a los demás les vaya bien porque el éxito y la felicidad les recuerda su mediocridad. Unos ideales peronistas que derivaron en el kirchnerismo más abominable, de ambición personal disfrazada de populismo.
Y de ahí, desde esa santificada idea de Perón volvemos a caer en las zafias redes de un régimen seudofascista basado en la demagogia y en el amiguismo. La degradación del sistema apuntalado en una clase media chata resentida. Esa misma que vilipendió a Borges. Que llevó a cabo, por venganza, la detención de la madre y la hermana del mejor escritor de Argentina. Esa doctrina política que retiró a Borges de la biblioteca para, menospreciándole, hacerle inspector de aves de corral.
No hay antídoto para deshacer el ponzoñoso veneno que nace en Buenos Aires.
Maurette, inteligente e irónico, despliega un abanico de épocas históricas, tantas como géneros narrativos. Entremezcla el infortunado destino de Argentina desde sus orígenes con el proceso peronista hasta la actualidad. Despliega una narración ficcionada que intercala con la fábula hasta llegar al género autobiográfico. Una idea narrativa quizá demasiado arriesgada, hasta el punto de dar una sensación de dispersión, precisamente por esa multiplicidad de capas de un bulbo cuyas raíces no llegan a agarrar en la tierra y el barro. La novela, más que conmover, lo que pretende es forzar el pensamiento, la duda.
Y así, entre disquisiciones que se entreveran de una época a otra, no hay remedio para evitar la maldición porque, como señala uno de los protagonistas, la Argentina fue un aborto. Un país que murió antes de nacer donde el contrabando y la piratería se instaló no solo como delito, sino como una forma de vida y de cultura frente a la versión especuladora de un neoliberalismo rampante o de un populismo dogmático y fariseo.
Desde los militares arrogantes y criminales hasta los hipócritas demócratas han despreciado a su país. Unos a base sembrar los campos de cadáveres y balas, otros a base de una cleptocracia disfrazada, esquilmando los fondos públicos y saqueando los recursos del Estado para su beneficio personal.
La cuestión es que no hay solución. No hay antídoto para deshacer el ponzoñoso veneno que nace en Buenos Aires y se extiende por toda la orografía de un hermoso país.
A la mente me viene aquella anécdota de Borges cuando un día, tras ayudarle un peatón a cruzar la calle, le dijo: «Yo soy peronista». A lo que Borges contestó: «Yo también soy ciego».
El contrabando ejemplar, Pablo Maurette, premio Herralde de Novela 2025, Anagrama, noviembre de 2025, 344 páginas, 19,90 euros.
EL AUTOR

F. VICENTE MANJÓN GUINEA (Madrid, 1968) es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y licenciado en Criminología por la Universidad Camilo José Cela de Madrid.
Es autor del ensayo literario titulado De la literatura y las pequeñas cosas y del libro de relatos Altas miras. Como novelista, ha publicado Una lluvia fina mentirosa y Con tal de verte reír.
Editor y escritor del blog de artículos Memoria de un náufrago y colaborador en el Diario Siglo XXI.
Es socio de ACE.



