Cineasta, escritor y viceversa, Manuel Gutiérrez Aragón (Torrelavega, 1942) reúne aquí ambas vocaciones en una pequeña joya memorialística que encandilará a los amantes de la imagen y la palabra.
© PEDRO GARCÍA CUETO
Si de algo puede presumir Manuel Gutiérrez Aragón es de su doble faceta, director de cine durante mucho tiempo y escritor. Siempre existió en la juventud del cineasta una pasión por la escritura, tanto fue así que en sus estudios de cine le consideraban un escritor, mientras preparaba su primera película.
En Vida y maravillas, que ha publicado Anagrama, Gutiérrez Aragón nos deslumbra con el paso de la infancia, de sus primeros escarceos sexuales, de su entrada en la Escuela de cine, de sus profesores: Saura, Borau, Bardem, Berlanga. Todo cabe en este afán evocador del escritor y director. Uno se divierte cuando nos cuenta la discusión por una película: Viva Zapata de Kazan, cuando debatían Manolo Revuelta, Chicho Sánchez Ferlosio y él sobre la calidad de la misma. La pasión de los tres, ese amor al cine, se filtra en nosotros.
Hay un deseo de trasmitirnos la mirada de una época donde se hablaba de política, en el tardofranquismo, se hablaba de cine y se hablaba de la vida. Todo cabe en un libro tocado por la gracia de una persona que no abunda en la melancolía, sino que radiografía el tiempo, navega en él, para que nos demos cuenta de la importancia de una época: los sesenta y los setenta en nuestra España.
Y me parece magistral la forma en que define la interpretación, porque en la Escuela de cine, donde tanto aprendió, fue desvelando esa capacidad de la cámara de querer o no al actor. Es la cámara entonces quien ama o no ama al intérprete:
“La interpretación supone una transformación. Una eclosión de algo oculto; el viaje entre lo que el actor es y el personaje que llega a ser porque lo lleva dentro”.
Y resulta muy bello cuando se reencuentra con los actores, lo que nos hace recordar el libro que escribió dedicado a ellos: Fernando Fernán Gómez, José Luis López Vázquez, Ángela Molina, Ana Belén y tantos otros. Cuando los actores vuelven, sabemos que el director los ha amado, este director que escribe y crea memorias en forma de pinceladas, para que sepamos que vivió momentos extraordinarios:
“Ahora los actores han venido a visitarme en forma de fantasmas. Los intérpretes no han envejecido, tienen ese privilegio. Las imágenes de los actores, ¿son una manera de rejuvenecerse uno mismo, de volver a un presente que ahora ya no es, o son pálidas y débiles visiones del pasado? Los actores cinematográficos se mantienen ingrávidos y sutiles como cuerpos inmortales”.
Este viaje en el tiempo está escrito con la sencillez de los sabios.
Nos cuenta anécdotas de Habla, mudita, de Maravillas y de tantas otras películas, porque el cineasta pone la cámara para filmar con palabras este libro, que es un viaje hacia el pasado, pero también hacia nuestra España. No elude la política, los viajes, los rodajes.
Conocemos mejor gracias al libro su relación con Furtivos de Borau, su pasión por Maravillas, su enamoramiento de Ana Belén, que, era la mujer que todos deseaban en aquella época. El libro es un mosaico, donde hay mucha vida, muchos caminos que recorrió, pero yo me quedo con la mirada de un cineasta que supo mirar a sus personajes, supo darles vida, entregarse al instante mágico del rodaje.
Y, sin duda alguna, del escritor, porque al final del libro nos queda una frase hermosa:
“Viajar es como enamorarse. Y escribir es viajar”.
Viaje al tiempo, a su pasado, a los rostros de tantos que llenaron su vida. Viaje a películas inolvidables, a un Berlanga que le llamaba “el checoslovaco”, a un Saura serio como profesor, a un Borau con el que mantuvo una gran amistad. Y los actores, ese Fernando Fernán Gómez que fue su actor favorito y el cine, un sueño que hemos ido sintiendo los que lo amamos hasta el final de nuestros días.
Novela que es viaje en el tiempo. Escrita con la sencillez de los sabios y con la textura de los que llevan una cámara en la mano para filmar el afecto verdadero. Nada más y nada menos. Un libro que se pega a nosotros, porque con él volvemos al cine, que es la vida en realidad.
Vida y maravillas, Manuel Gutiérrez Aragón, Anagrama, 2024, 360 pp.
EL AUTOR
PEDRO GARCÍA CUETO. Ensayista español (Madrid, 1968). Doctor en filología y licenciado en antropología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Docente en educación secundaria en la Comunidad de Madrid. Crítico literario y de cine, colaborador en varias revistas literarias y de cine, autor de dos libros sobre la obra y la vida de Juan Gil-Albert y un libro, La mirada del Mediterráneo, sobre doce poetas valencianos contemporáneos.