El poeta peruano-español Alfredo Pérez Alencart nos deja el testimonio de la grandeza de sus versos con ‘Poemas para una amazona’, todo un canto al lado más sensual de la vida, (Summa) con ilustraciones del pintor peruano Gino Ceccarelli que acompañan portada y textos.
© JOSÉ ANTONIO SANTANO
El poeta José María Muñoz Quirós nos lega de su poemario Locuaces gorriones los siguientes versos: «Olvidaré / que las palabras son, existen, / vuelan hacia el orden del mundo. / Y luego escribiré / en sus páginas de cristal / la belleza que nombran». El vuelo de las palabras que van y vienen, que siguen la corriente de los ríos hasta dar en la mar abierta, desnuda a los ojos del mundo. Las que nombran las cosas y dibujan un universo en sí mismas, las palabras.
Esas que nos transportan y transfiguran el ser entero y se proyectan en la infinitud de lo absoluto. «La belleza que nombran» que nos revela el poeta y hacen trascender lo cotidiano a ámbitos más misteriosos y mágicos. Todas están ahí, esperando que alguien las comprenda, ordene, las salve del olvido y sean luz resplandeciente de silencios. Así, las palabras que surgen de lo desconocido y nos hacen temblar en su delirio. Algo de esto sucede cuando nos acercamos al universo de la poesía.
Y sí, es voz y canto, un himno primigenio que el poeta asume en plena oscuridad, y suya es la palabra entonces, desnuda y libre, numinosa. Esa voz no es otra que la de Alfredo Pérez Alencart (Puerto Maldonado, Perú, 1952), poeta y ensayista peruano-español, profesor de la Universidad de Salamanca; miembro de la Academia Castellana y Leonesa de la Poesía y de la Academia de Juglares de San Juan de la Cruz de Fontiveros y director, desde 1998, de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran en Salamanca.
Pérez Alencart es ya un poeta con larga trayectoria, su poesía ha sido traducido a 50 idiomas y ha recibido por el conjunto de su obra, del Premio de Poesía Medalla Vicente Gerbasi (Venezuela, 2009), el Premio Jorge Guillén de Poesía (España, 2012), el Premio Huberto Peregrino (Brasil, 2015), la Medalla Mihai Eminescu (Rumanía, 2017) y la Medalla José María Eguren (Lima, 2023, entre otros. Más de 20 poemarios ha escrito hasta ahora.
No es la primera vez que me ocupo de la poética de Pérez Alencart, y en esta ocasión con sumo gusto lo hago, por tratarse de un libro tan íntimo, quizá el más íntimo de cuantos ha escrito, donde el canto amoroso y el sexual suenan al unísono, convertidos ambos en una sinfonía que nos devuelve a los orígenes del mundo, allá en las selvas amazónicas.
O como dice el poeta limeño Harold Alba: «Nos devuelve al más antiguo de los temas, pero le entrega otra piel: la selva como un poderoso símil para referirse a la mujer que devuelve al misterio, a la jungla, a los ríos de una poética, que esperábamos, para continuar afirmando lo infinito». El itinerario poético de Alfredo Pérez Alencart se asemeja a una inmensa bola de fuego que crece y crece sin limitación alguna, que nos quema por su cercanía y plenitud, que nos conmina a seguir adentrándonos en la esencialidad de su poesía, que no es sino temblor y pura emoción.
La poesía de Pérez Alencart ha sido traducida a 50 idiomas.
Como dice Luis Eduardo García: «Una cosa es la selva física y otra la emocional, aunque estén conectadas. En la poesía de Alfredo, ambas convergen de un modo peculiar». Así el lector no puede sino dejarse llevar por la palabra de Pérez Alencar, que nos convoca a «ser» y «estar», y a descubrir el paraíso donde un día conociera a su amazona en alma y carne: «Con estas manos que moldearon tu cuerpo / te he amado y te seguiré amando, / a las orillas de dos ríos, tan suavemente / que cerraré mis pequeños ojos / y vibraré como nunca, en trance a otras / delicias, a otras manifestaciones / del deseo que nos vivifica, // oh, mi Amazona».
Bellas son las ilustraciones del pintor peruano Gino Ceccarelli que acompañan portada y textos, algunos de ellos muy breves, casi aforísticos, como en Fragmentos de una pasión: «¡Embriaguémonos, Amor, / y no de vino!». Alma y carne, complementándose, recorriendo la piel de los amantes, que se desviven En la eternidad del día: «Deseo / que se prolongue la caricia / del religante amor, / que se llene de paz el cuerpo / capaz para el aullido, / que el alma quede enjaezada / de altos presagios, / que se alargue la travesía / si tu boca llena mi sed, / que solo sea urgente en vivir / en tu sitio indeleble…».
La palabra surge en cada esquina y alarga su aliento hasta ser misterio y magia, y es entonces, cuando toma otras formas y se extiende a lo largo del mundo para ser prosa y verso, tal sucede en Poemas para una amazona: «Amazona, eres mi mitad más profunda, aire del pecho, centro del mundo, jardín volando hacia esta meseta donde voy desenraizando tu eternidad, siendo raptada por este raptor que te visita las noches de luna llena, puntual, como ayer o ese 14 de febrero de otro tiempo (…) Amazona. ¿Para qué esa tristeza si noche a noche te sueño como un ser milagroso que en todas las posturas reavivas las potencias del amor y del deseo?».
Concluye Pérez Alencart este poemario con dos poemas finales, donde el delirio de los cuerpos en la entrega y la desmedida fuerza de las almas se precipitan en el último silencio del universo: «¡Probar tu carne me transforma en un loco / que solícito se encadena o pide crucificarse / a tu costado! ¡Libar tu vino es justificación / para saberte manantial que saciará mi sed! (…) ¡Probar tu carne, masticarla en el más acá! ¡Libar tu vino, embriagándome con calma / hasta que engendremos el azul de la dicha! ¡Ser el loco al que sólo se asigne tal tarea! // ¿Incapaz el loco para amar de esta manera?».
El canto amoroso y el sexual suenan al unísono en esta obra íntima.
Cierra este poemario un epílogo del joven investigador y poeta costarricense Yordan Arroyo, con cuyos conceptos de «amor» y «selvático» coincido plenamente; por una parte dice, refiriéndose al prisionero del amor que es Pérez Alencart en Salamanca: «…un refugio capaz de convertir las sensaciones de lo ausente, en amor, esperanza, deseo y en un sudario erótico-amatorio tejido con lanas sagradas, cuyo rugidos son bastante fuerte y encuentran su destino en una mujer, en palabras del propio poeta Alencart: con ojos de luciérnaga».
Por otra, el referido a la Amazona, al escribir: «…esta Amazona se ha vuelto eterna en el papel, pues creo firmemente que el Tiempo nunca borra lo que nació para ser duradero y por eso mismo, ni siquiera los aniquiladores de la selva podrán talar aquellos árboles que siguen siendo capaces de acariciarle la desnudez al cielo».
Una vez más el poeta peruano-español Alfredo Pérez Alencart nos deja el testimonio de la grandeza de su poesía, que los lectores podrán comprobar si se acercan a este poemario tan amoroso como sensual y con el que no quedarán ni defraudados ni indiferentes.
Poemas para una amazona, Alfredo Pérez Alencart, Summa (Lima, Perú, 2024)
EL AUTOR
JOSÉ ANTONIO SANTANO (Baena, Córdoba, 1957) cultiva la poesía, narrativa, ensayo y crítica literaria. Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Almería, y autor de más de veinte libros, entre los que destacan Profecía de Otoño; Exilio en Caridemo; Suerte de alquimia o Tiempo gris de cosmos, todos ellos galardonados con prestigiosos premios.