Esa bruma insensata, la última novela de Enrique Vila-Matas, es una reflexión profunda y lúcida de la literatura y del oficio de escribir, sin pretender ser una antinovela.
© ANA ALEJANDRE
Leer a Vilas-Mata siempre es un doble placer: primero, el de leer una novela que, además, siempre es una reflexión profunda y lúcida de la literatura y del oficio de escribir; y, segundo, por la trama original que narra y que siempre sorprende por su compleja arquitectura y la sencillez de su lectura. Este autor es el maestro del difícil arte de escribir novelas que no parecen serlo o, si lo parecen, también son otra cosa más allá del género novelístico. Tiene el difícil don de meter la literatura en una historia y una historia en la literatura, en una hibridación de la que siempre sale el lector perplejo, emocionado y con el paladar satisfecho de que ha catado buena, excelente literatura sin paliativos. El título de esta nueva obra proviene de una cita de Raymond Queneau: «Esta bruma insensata en la que se agitan sombras, ¿cómo podría esclarecerla?».
Esta vez la historia arranca en un caserón, a las afueras de Cadaqués, en el que Simon Schneider trabaja por encargo -es un distribuidor de citas para otros escritores-, de un autor que se llama Gran Bros y vive de forma encubierta en Nueva York desde hace muchos años. Entre dichos escritores se encuentra el célebre Pynchon, aunque el propio Simon lo ignore.
Cuando intenta recordar una determinada cita se bloquea y, decide salir del caserón y dar un largo paseo mientras intenta recordar la cita que se le resiste. Ser distribuidor de citas es un trabajo fatigoso y poco reconocido. Se dirige al borde del acantilado, próximo al caserón, y empieza a comprender que todo lo que creía cierto en su vida no lo era y le asalta el pensamiento de que una huida oportuna puede ser el puente que le lleve a la escritura, sin distorsiones ni concesiones, escritura que traspasa los límites de la propia vida, e imagina una geografía libre de todo lo superfluo, de todo aquello que exceda los límites imaginados, incluso los de su propio infortunio.
En esta obra, su autor hace hincapié en la posibilidad de la suplantación, en el difícil juego de jugar a ser otro y permanecer siendo el mismo,
Vila Matas parece sentir un cierto desdén por el interés que despierta el paradero desconocido que rodea al mítico Thomas Pynchon, el escritor estadounidense, aunque no se sabe bien quién es. Afirma que los escritores ocultos, o escondidos, son síntomas de una evidente vanidad, de un falso humilde que juega al escondite para llamar más la atención. A dichos escritores los considera una casta peligrosa y no sin razón.
El tal Pynchon tiene una verdadera identidad, la de Rainer Schneider, que inició una carrera literaria sin pena ni gloria en Barcelona y se marchó a Nueva York, pero permanece en dicha ciudad oculto, alcoholizado y de difícil trato, con el pseudónimo de Gran Bros, pero detrás de su fachada de hombre de éxito se esconde su víctima que es su propio hermano, Simón Schneider, su distribuidor de citas, y lo único verdadero de su triunfo que es tan falso como su identidad. Aunque la angustia de su hermano por no saber dónde está es auténtica y desestabilizadora, y su propio anonimato literario, también.
En esta obra, su autor hace hincapié en la posibilidad de la suplantación, en el difícil juego de jugar a ser otro y permanecer siendo el mismo, aceptando el vacío que se abre ante los pies de quienes quieren huir de su propia realidad. Pero deben hacerlo desde la realidad que no admite más escapatoria del propio yo que la que otorga un nombre falso y una localización imposible para propios y extraños. Ya hay antecedentes similares en su escritura como son los títulos Historia abreviada de la literatura portátil y El mal de Montano.
El “procés” es escenario en el que se va desarrollando la acción. Los tres día de octubre de 2017 en los que se declaró de forma simbólica la nueva República catalana. Es un mero telón de fondo en el que se unen el caos y la incertidumbre política y el drama personal en el que vive inmerso Simon Schneider, la voz narradora de la novela.
En “Esta bruma insensata” aparecen esos elementos y otros muchos, desde la propia localidad de Cadaqués, antes citada, en la que el narrador vive su propia soledad en la que recuerda, añora, lamenta y teme. Pero también hay un homenaje final a Raymond Chandler, el famoso escritor estadounidense de novela negra, en una frase única. Pero, también, aparece el deseo del regreso de una mujer, Siboney.
Vila- Matas, intenta jugar al laberinto que es cada historia, pero no desde la contemplación pasiva de todo observador, sino desde el propio ejercicio de la escritura que, al ir avanzando, va perfilando nuevos contornos, vueltas y revueltas para llegar a la salida, para encontrar la clave de toda obra literaria, que se encuentra siempre en sí misma.
Ya dice el propio autor que el lenguaje no refleja la realidad, sino que la crea y recrea desde la propia subjetividad del escritor, lo que conlleva una carga estética y, a veces, política, muy extrema.
La literatura, según Vila-Matas, es llenar un hueco inmenso, el que tienen todos los seres humanos en sus propias biografías. En lo que concierne a los dos hermanos, intentan llenarlo con el ejercicio de la literatura para así llenar o cerrar los vacíos de sus propias vidas, de la memoria, de las ausencias, de su reencuentro y de la propia desdicha. El don de la palabra como paliativo, en eso están de acuerdo, pero también en el desprecio mutuo que sienten, el uno por el otro, opuestos entre sí, cada uno situado en un plano existencial diferente, el éxito para el desaparecido y el fracaso para el que queda, sin saber qué hacer con su vida de escritor oculto, desconocido, casi inexistente.
Pero todo esto no debe hacer pensar al lector que es una obra amarga porque se equivocaría. La ironía matiza toda la obra, una ironía ante el absurdo de la vida, para quitarle drama a todo aquello que hiere pero no se comprende, se asume pero no se acepta, se vive pero en una muerte lenta de la propia esperanza.
El arte abstracto, siempre tan presente en la obra de Vila-Matas, no podía faltar en esta ocasión y le hace extender su mirada hacia todo lo que le rodea, pero siempre bajo el prisma de la más absoluta profundidad conceptual y de una siempre exuberante y rica exhibición lingüística por el dominio de su prosa que ofrece en todo momento.
Esta obra viene a sumarse a la larga lista de obras de Vila-Matas que pone de manifiesto su maestría literaria para escribir novelas que son más que eso y nada menos que una muestra de excelente narrativa, ejemplo de la mejor literatura.
Esta bruma insensata, Enrique Vila-Matas, Seix Barral, Barcelona, 2019
LA AUTORA
ANA ALEJANDRE, cuyo nombre completo es Ana María Alejandre Carrizosa, nació en Azuaga (Badajoz), aunque ha residido en diferentes ciudades de España y Marruecos hasta instalarse definitivamente en Madrid. Escritora de narrativa, articulista, crítica literaria y editora. Licenciada en Derecho, Diplomada en Dirección Comercial de Empresas, Diplomada en Anatheóresis (grado superior) y grafóloga. Asimismo, está diplomada en estudios profesionales de edición y corrección. Ha publicado cuatro obras hasta el momento: Un día cualquiera (novela), en 2013, La ofrenda (novela) 2010, la colección de relatos Doce cuentos solitarios, en 2007 y la novela Tras la puerta cerrada, en 2003. Próximamente, saldrá publicada su nueva novela Cartas cruzadas. Directora y editora de la publicación digital Editanet Espacio Literario y Artístico http://www.editanet.com, y http://www.editanet.org, publicación digital sin ánimo de lucro y de periodicidad trimestral. También, ha creado y mantiene más de una veintena de webs y blogs temáticos en búsqueda de una constante plataforma de expresión por su decidida vocación literaria. Colabora habitualmente como articulista y crítica literaria en Diario Siglo XXI, y ha colaborado esporádicamente en República de las Letras (de la Asociación Colegial de Escritores de España) y otros medios.