Ha muerto Pablo García Baena, Premio Príncipe de Asturias de las Letras de 1984 y Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2008, fue galardonado por ACE-Andalucía con el Premio de las Letras Andaluzas «Elio Antonio de Nebrija». El presente artículo fue escrito antes de su fallecimiento. En él, su autor hace un amplio recorrido por lo más significativo de su obra.
© PEDRO GARCÍA CUETO
Pablo García Baena vino al mundo el 29 de junio de 1923, y había cumplido noventa y cuatro años. Hace dos le dedicaron un cálido homenaje el Instituto Cervantes y la Fundación Loewe porque García Baena se retiraba del jurado del famoso premio, ya que desde hacía algún tiempo tenía dificultades visuales. En el homenaje se habló de la importancia de su legado en la poesía española: así lo hicieron estudiosos de su obra como Luis Antonio de Villena y Guillermo Carnero, los cuales dedicaron sendos libros de investigación al grupo Cántico, al que García Baena perteneció. También habló de él Víctor García de la Concha haciendo mención a su humildad y a la época (los años sesenta) en que ellos se conocieron, cuando García de la Concha y Ricardo Molina preparaban oposiciones a Instituto. Este último, gran amigo de García Baena, le presentó a de la Concha, cimentando así una amistad que ya va por los sesenta años.
García Baena ha sido y es un creador, su nacimiento, desde el grupo Cántico de Córdoba, fue un esfuerzo por romper con la poesía social de la posguerra española, abandonar los temas de esa estética y abrir puentes a un colorismo, a una ornamentación, a un lenguaje esmerado y barroco que no tuvo suerte en el premio Adonais, al que se presentaron los miembros del grupo (Baena, Bernier, Julio Aumente, Molina, Vicente Núñez, Mario López y Ginés Liébana), pero que sirvió para que surgiera una nueva poesía, hermosa y luminosa, tal y como se caracterizó la de este grupo de poetas cordobeses.
Como bien dijo Francisco Morales Lomas en el homenaje que República de las Letras le dedicó: “Pablo sostiene su lírica en dos columnas que organizan su mundo expresivo: la palabra y la emoción interior” (p. 36).
Muy cierto, porque la palabra de García Baena no elude nunca la emoción, sino que navega con ella, en gran armonía, sus poemas buscan la belleza, un mundo estético clásico grecolatino, donde, como si fuesen columnas, los poemas adornan un mundo interior luminoso. Este mundo recóndito, pero que va emergiendo como vidrieras de su interior, queda reflejado en libros como Rumor oculto (1946), Mientras cantan los pájaros (1948), Antiguo muchacho (1950), Junio (1957) y Óleo (1958). Representan estos libros la primera etapa, en Rumor oculto el poeta cordobés exalta la Naturaleza desde un romanticismo que no excluye la tradición arábigo-andaluza ni el neoplatonismo de Garcilaso: “Quiero que sea mi verso / como luna de abril, / como las rosas blancas, / como las hojas nuevas, / Que mi cítara suene / como el agua en la yedra, / que mi canto sea nada / para que lo sea todo / y que a mis versos caigan / heridas las estrellas”.
La tradición de la buena poesía española late en García Baena desde los tiempos en que leía en la Biblioteca Provincial de Córdoba a Machado, Lorca y a Juan Ramón, así como la reveladora Antología de la Poesía Contemporánea que recopiló Gerardo Diego.
Gracias a Juan Bernier, su amigo, nuestro poeta leyó a Proust y a Cernuda, una experiencia que dejó una profunda huella en él, porque los destellos del universo cernudiano, su compromiso con el mundo desde una postura ética ante la vida, se convirtieron en García Baena en una actitud humanista y solidaria que nunca ha dejado de cumplir.
Como es bien sabido, fueron Molina, Bernier y García Baena los impulsores de Cántico. En 1945 se editaron los primeros libros de dos de ellos: El río de los ángeles, de Ricardo Molina, y Rumor oculto, de García Baena. Pero el poeta cordobés no es solo un rapsoda, también es un hombre apasionado por la arquitectura de su ciudad y por las tiendas de antigüedades.
Hay también en el mundo de García Baena relación directa con la pintura, como si sus poemas fueran cuadros, lienzos donde se detiene el tiempo, el ocio predomina y la Naturaleza adquiere una luz renovada para iluminar al lector. También del mundo del cine, porque sus poemas están llenos de imágenes, como si una cámara filmase en secuencias sus versos.
Y late, por ende, un compromiso con el ser humano, el deseo de hacer una poesía contrarreformista (como dijo de Villena en el citado homenaje) entendiendo ésta como católica y austera, pero sin que desaparezca el hedonismo, el paganismo que laten en ella, una confluencia atípica, como muestra uno de sus famosos poemas, “Viernes santo”, cuyo escenario es una Iglesia pero cuyo fondo es el erotismo que reina en el acto amoroso, una comunión que en el autor de Rumor oculto tiene claro sentido: el esfuerzo por aunar su educación católica con la libertad del mundo de los sentidos.
Como dijo Manuel Francisco Reina en el citado homenaje, late en el poeta cordobés un rechazo a la poesía social, pero para hacer una poesía que se compromete con el ser humano en lo que concierne a la emoción ante la belleza del mundo, ante el espectáculo de una Naturaleza que nos asombra, imperecedera, frente a nuestra caducidad humana.
Los novísimos (Carnero, Villena, Jaime Siles, Antonio Colinas), vieron en su obra un espíritu que, partiendo de la tradición que representan Juan Ramón, Machado o Lorca, va más lejos, se hace moderno porque no plagia (como afirmó de Villena en el acto homenaje) sino que reelabora para generar una creación propia y singular, que ha de perdurar ante el paso del tiempo. García Baena se convierte así en un clásico contemporáneo. En su poesía, sus lectores encontramos el espíritu de un hombre que ha entendido la belleza del mundo que le rodea.
EL AUTOR
PEDRO GARCÍA CUETO. Ensayista español (Madrid, 1968). Doctor en filología y licenciado en antropología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Docente en educación secundaria en la Comunidad de Madrid. Crítico literario y de cine, colaborador en varias revistas literarias y de cine, autor de dos libros sobre la obra y la vida de Juan Gil-Albert y un libro, La mirada del Mediterráneo, sobre doce poetas valencianos contemporáneos.