Aitana Alberti: «La de mi padre es una obra abierta a todo» | Conversación en La Habana

Hace poco más de diez años, en 2006, Manuel Quieroga Clérigo conversó en La Habana con Aitana Alberti, la hija del gran poeta de la Generación del 27 y del exilio, impregnando la conversación con el ambiente de la ciudad y con el trasfondo de aquellos días. Testigo y participante de la conversaicón fue el poeta cubano Pablo Armando Fernández. Aquella conversación se ha mantenido inédita. Como primicia, ahora la publica República de las Letras.
© MANUEL QUIROGA CLÉRIGO

La conversación con Aitana Alberti tiene lugar el 1 de Junio de 2006 cerca de la Aduana. La tarde cae sobre una bahía en calma. Es un bello lugar de La Habana rodeado de mar, cielo y edificios coloniales, bien restaurados, con frondosos jardines floridos y museos, como la Casa de Osvaldo Guayasamín. Sonoros rincones de fuentes y fronda evocan tiempos pasados de mágico esplendor. Antes Aitana presentaba a unos jóvenes que, ajenos a cualquier carencia, hacen de la música su ilusión y oficio, con sonoridades intensas que nos confortaban en el espacio pío de la Basílica Menor de San Francisco de Asís, escenario sacro y divina morada donde “Los Salmos del Buen Secreto”, obra ensamblada por Ángela de Mela con interpretaciones gloriosas a cargo de delicados ejecutantes, nos trajo la armonía que angélicos susurros dotan a los territorios de la fe y  del recogimiento de una limpia presencia de cordura y silencios. Era el prólogo al XI Festival Internacional de Poesía de La Habana. Un sol rojo, de sangre y fuego intensos, marcaban el crepúsculo del máximo verano en la geografía de un Malecón hermoso despidiendo una jornada de emociones y voces plenos de color y lirismo.

Aitana Alberti, conversadora gentil, se presta al diálogo en medio  de unos días de discursos y versos, de música y palabras: la vida llena de nostalgia itinerante por una capital de sosiegos y sigilos, en el marco de unas calles bulliciosas, donde se mezcla la belleza más sublime con la necesidad más acuciante; no en vano estamos en un paraíso repudiado por algunos y menospreciado por otros, en que aparece el sufrimiento de manera notoria. Es el mundo abigarrado que llegó de Europa, trajo sangre de África e importó súbditos de Oriente. Sus habitantes son parte del universo que tuvo sus raíces en la España Ilustrada y otras naciones. A pesar de tantas incertidumbres, en La Habana la vida tiene olor a rosales, a mangos bien maduros, a consignas y cantos, a esperanza. Hay trozos de Aranjuez, de Escoriales de piedra, buhardillas de Pedralves, aires de Segovia, andaluces jardines, palacetes de Oviedo, naranjos valencianos, rincones de La Alambra, un especial embrujo del mudéjar Teruel, ventanas de Lisboa como en Jerusalem, la memoria de Cáceres, las huertas murcianas, leyendas de Euskadi o vino riojano, la lengua de Castilla, recuerdos de Navarra, el honor de La Mancha, la sencillez pletórica de las  Canarias, el viento de las cumbres, mares de Baleares o Cantabria y, al atardecer, aquella austeridad del Madrid de los Austrias, con suaves melodías surgiendo de los abiertos balcones o haciéndose vitalidad en los jardines.

Perspectiva del Malecón de La Habana

La Habana es el compendio de un presente sin lluvia, de un pasado confuso, un porvenir de esperanza. La política vibra en un mundo arriesgado, en gentes que batallan por una libertad ya pagada por sangre y aún condicionada.

Aitana Alberti nació en Buenos Aires en 1941, es editora, traductora y promotora de proyectos culturales. Ha publicado libros como Poemas (Losada, 1955), Pupila al viento (1998), Y de nuevo nacer (1999), Son del fugado cuerpo (Ediciones Papiro, Holguín 2001). Es autora de un libro de cuentos, selección de su producción, Inquilinos de la soledad. La revista Piedra del Molino, de Arcos de la Frontera, publicó en el Otoño de 2005, el poema  “Testamento” que su autora dedica “A Antonio Guerrero, poeta cubano, preso en una cárcel norteamericana”, con el cual un grupo de poetas hablamos por teléfono, desde el Hotel Habana Libre y nos contó sus experiencias y sus temores desde un presidio yanqui. En tal poema leemos: “en el miedo del hombre/pongo manos abiertas/en la debilidad del hombre/la fuerza de la luz/en la pequeñez del hombre/pongo lo inmenso de su espíritu/en la locura del hombre/el fiel del pensamiento/en la doblez del hombre/pongo banderas cándidas/en la arrogancia del hombre/el equilibrio de los justos/en el llanto del hombre/pongo palomas blancas/en el dolor del hombre/un escudo de abrazos/y qué pondré en la casa/derruida del hombre?/qué en el martirio/ de las cosechas calcinadas?/y qué en lugar del hijo/asesinado del hombre?/qué en los ríos los bosques/las aldeas los mares?/y qué pondré en el regazo/de la madre del hombre?/y qué en el cráter donde una vez/se alzaron los sueños del hombre?”. Antonio Guerrero en su Inseparables(La Habana, 2005), relata los hechos más importantes de sus años de prisión y confía “…al final/reposaremos libres y victoriosos…”.

Cosmopolita y dulce, Aitana Alberti es el reflejo vivo de sus padres, protagonistas de una edad difícil, viajeros por el mundo de los hombres eternos, héroes de sí mismos en unos universos torturados, románticos ausentes de un tiempo de audacias, obligados señores de los inmensos prados y las largas estancias donde se dieron siempre las batallas de honor y las dudas de plata. Es la heredera íntegra de la poesía abierta de Rafael Alberti, del territorio libre de María Teresa León, del siglo calcinado de los cielos abiertos y las horas cerradas. Fijó en 1984 su domicilio en Cuba a instancias del poeta nacional cubano Nicolás Guillén, a quien encontró en Canadá, donde vivía muy cómodamente, siendo Fidel Castro quien autorizara su establecimiento en La Habana.

El mundo discurre plácido a nuestro alrededor y Pablo Armando Fernández, el poeta amable de Delicias (Las Tunas, en el Atlántico cubano), que escribiera en 1950 “La guerra es una boca/sin fondo…”, nos acompaña en el siguiente diálogo.

MANUEL QUIROGA CLÉRIGO: Aitana, ¿cuál sería el testamento literario y moral que nos ha dejado el poeta y el hombre Rafael Alberti?.
AITANA ALBERTI: Yo creo que mi padre tuvo una larga vida pletórica en todos los aspectos. Él siempre mantuvo una posición muy clara con respecto a todo aquello en lo que creía, tanto en torno a  la existencia como en relación a lo que, según sus creencias,  debía ser el mundo. Tenía preocupación muy intensa por la justicia que debía regir el mundo. Y también por el hecho mismo de que ese mundo debía ser un lugar habitable, un lugar para los seres humanos no para las máquinas, no para los aparatos electrónicos, no para esos seres horrendos que quieren transformar el mundo en algo verdaderamente insoportable. Mi padre en su momento se une con una mujer excepcional, que es María Teresa León, mi madre. En 1929/1930 deciden iniciar una andadura común. Y a mi me da la impresión, es una idea personal, de que cuando se conocen y comienzan primero a ser amigos, luego amantes para más tarde decidir casarse, ya tenían muy claro qué debía ser este mundo. Así es como, apoyados por la Junta de Ampliación de Estudios, salen a Europa, van a estudiar teatro, viajan a la URSS, descubren ese mundo que estaba formándose en aquellos países lejanos y, realmente, en ese momento llegan a creer que ese es el futuro, que ese modelo social, ese modelo económico es el que va a resolver las desigualdades sociales existentes en todo el universo. Y ese ideal político, que es el ideal del comunismo,  lo mantuvieron toda su vida, hasta su muerte. Jamás renunciaron a lo que comenzaron creyendo siendo tan jóvenes.

Rafael Alberti con María Teresa León y Pablo Neruda

MQC: Pese a todos los avatares por los que tuvieron que pasar.
AITANA: La Guerra Civil radicaliza más aún su pensamiento. Ellos  se dan cuenta de que obviamente tenían que seguir con la República. Eso es algo que nunca se discute. Comprenden que la República está en peligro, que los ideales que se había forjado están peligro, que todo aquello que se había planteado en un momento dado, con respecto a la educación y a la enseñanza, iba a desaparecer sencillamente si las fuerzas fascistas ganaban la guerra. ¿ Por qué?. Pues sencillamente porque ya estaba clarísimo que el fascismo en ascenso, tanto en Alemania como en Italia, era el modelo de Franco, de los acólitos de Franco. Así que la parte de España que quedó del lado franquista, donde de pronto hubo una cierta fatalidad geográfica para que unos cayeran de un lado y otros de otro, pues se vio realmente sin salida. Antoine de Saint-Exupéry decía que “en una guerra civil la verdadera frontera pasa por el corazón de los hombres”, o sea no por las líneas geográficas ni las líneas de los frentes de batallas; es el corazón de los hombres el que lleva realmente la definición de si estoy aquí o estoy allá.  Y En España, ya Machado lo dijo: “Españolito que vienes/al mundo te guarde Dios./Una de las dos Españas ha de helarte el corazón”. Efectivamente en aquellos momentos, cuando comienza la Guerra Civil, se les heló el corazón a muchos españoles.

MQC: ¿Qué supone para la poesía y para la vida de Alberti el retorno de la democracia?.
AITANA: Mira, realmente creo que para la poesía de mi padre no supuso nada la vuelta de la democracia y su regreso personal a España. Y me refiero a la poesía tal vez porque su edad ya era muy avanzada y su obra estaba prácticamente terminada. Pero desde el punto de vista personal aquello fue algo fundamental. No olvidemos que era el fin de un exilio de 38 años. Y eso es algo que tiene gran peso, es una cosa esencial. España dejó de ser aquel sueño prohibido, aquel lugar vedado, vetado. Desde Roma, tanto mi padre como mi madre podían casi tocar con la mano una geografía tan cercana, porque estaban en Europa. Venían continuamente muchos españoles, amigos y no amigos. gente que traía de pronto una botella de manzanilla, de jerez, un jamón, un queso. Estábamos al lado de España, pero aquello no era España.

MQC: Era el Trastevere.
AITANA: Sí, era el Trastevere. Pero, sin embargo,  en el momento de la vuelta se dio una situación verdaderamente triste, verdaderamente dramática, que es la situación de salud de mi madre. Ella, al principio, no se da cuenta prácticamente de a dónde va.  Tarda mucho en asimilar todo aquello, no sabe a ciencia cierta si está en España, si sigue en Roma. La enfermedad de Alzheimer produce esa desorientación en quienes la padecen. Tras el desconcierto del primer momento comenzó poco a poco a habituarse a la situación, que era una situación difícil, a esa idea de que ya estaba en España. Pero mi madre no vivió la vuelta a España como debía haberla vivido. Ella siempre decía que entraría por la Puerta de Alcalá en un caballo blanco. Y no entró en un caballo blanco. Entró, verdaderamente, montada en un jinete del Apocalipsis. Vino de la forma más dramática posible, sin su maravillosa cabeza, sin su exquisita inteligencia.

MQC: Volvemos a tu padre, a Rafael Alberti. Después de su entrada triunfal en el Congreso como Diputado, presidiendo incluso la institución como Mesa de Edad en unión de Dolores Ibárruri, su participación en aquellos momentos de alborozo democrático, su regreso a Andalucía, el vivir en el Puerto de Santa María. Se supone que todo aquello daría un nuevo valor a su vida, una ilusión en su sentir de español y de demócrata.
AITANA: Yo creo que entonces ya era muy mayor. ¿Cómo no le iba a gusta vivir en el Puerto de Santa María, volver a sus orígenes, a todo aquello que había sido su vida, a aquellos lugares que él recuerda tan bien en “La arboleda perdida”, toda aquella infancia marinera, aquel Colegio de los Jesuitas?.  Me da la impresión de que ese retorno tuvo que ser algo muy impactante para él, muy impresionante. Era volver al lugar de  origen, ver que el círculo se había cerrado y que todo sucedía realmente como él mismo había deseado. Y es que ese círculo se estaban cerrando exactamente en el sitio que él siempre había buscado para terminar sus días.

Aitana, entre Rafael Alberti y María Teresa León

MQC: Ahora que se habla tanto de nacionalidades y cosas parecidas, Rafael Alberti ya hablaba de Andalucía como una nación.
AITANA: A mi padre no le hacía mucha gracia todo esto de las nacionalidades. Él creía que era algo que no suponía más que barreras entre los hombres. Pensaba que manteniendo una identidad propia, las diferentes regiones de España (y puede que alguien me insulte, me quiera matar. porque yo me apunto a esa opinión) deben tener por supuesto su identidad propia. Creo que sería una locura pretender lo contrario, como el forzar a alguien que no puede hablar su idioma o el prohibir que esa lengua no se enseñe en las escuelas, etc. Todo eso es algo que me parece un disparate. Pero dentro de tal marco creo que la fortaleza de esas precisas regiones está en la unión del eje de una gran idea que puede ser la nación, lo cual no tiene porque significar el sojuzgamiento de esa personalidad individual o regional. Y mi padre creía en eso.

MQC: También pensaba que Andalucía tenía que despertar, ser ella misma.
AITANA: Andalucía siempre fue una región muy deprimida, era la zona de los grandes latifundios, con un campesinado fuerte pero con menor poder adquisitivo que otras regiones de España. Allí se daba mayor movimiento migratorio, no sólo hacia Europa en un momento dado, hacia Alemania o hacia Inglaterra, o incluso aquella migración interna hacia las zonas más desarrolladas, a otros lugares de España como lo eran Cataluña o el País Vasco. Pero mi padre pensaba que Andalucía, como región, debía ofrecer a sus hombres y mujeres un lugar digno para vivir y que ello tenía que suceder sin necesidad de abandonar su tierra. Ese bienestar podía y debía estar en Andalucía. Le parecía algo muy dramático esa necesidad de emigrar, de abandonar la tierra donde uno vive, veía que era muy doloroso el hecho de que algunos andaluces tuvieran que ir a otras partes de la Península Ibérica, sin  ser más lejos, para poder solucionar el problema de sus vidas, incluso desde el punto de vida de la más elemental supervivencia.

MQC: En un libro que publicó Editorial Ayuso de conversaciones con Julio Anguita,  tu padre dice textualmente; “No se puede vivir sin creer”. Eso es algo que podría chocar un poquito con los ideales del comunismo militante.
AITANA: Es verdad. No se puede vivir sin creer, ¿verdad Pablo? (Aitana se dirige a nuestro acompañante el poeta cubano Pablo-Armando Fernández que obtuvo en España un accésit del Premio Adónais de Poesía 1969 con su libro “Un sitio permanente” y el Premio Nacional de Literatura en cuba en 1996). Hay que creer en algo, hay que tener algún ideal.  En el siglo XIX siempre se decía eso: “Hay que tener ideales”. Pero creo que es una expresión un poco venida a menos, aunque yo siga pensando que es esencial vivir con ideales. El hombre no puede vivir sin algo, sin creer en algo. Es lo que hace vivir a la gente. No se puede llevar una vida rica, una vida cómoda e inteligente para uno mismo sin creer en algo. Esas creencias pueden ser religiosas o políticas; también pueden ser de otro tipo. Pero hay un cierto tipo de ciudadano del mundo que sin pertenecer a un país determinado, aunque se da con más frecuencia en el primer mundo que cree que teniendo resuelta su vida económica, o si posee su casa, su automóvil o su trabajo, con frecuencia un trabajo que no le gusta mucho, pero que le da dinero suficiente para cubrir sus necesidades, entonces llega a pensar que ya lo tiene todo. Y eso es mentira, eso es algo terrible. Es algo que crea un vacío interior tan grande que ese ser humano, en un momento dado va a sufrir una grave crisis. Porque esa adoración del becerro de oro que existe en el primer mundo, estoy usando una expresión bíblica porque es literal lo que está pasando, es algo nefasto para el ser humano como tal. No se puede vivir solamente de amar los objetos, de amar el dinero.

MQC: Puede llegar a anular a las personas.
AITANA: Las anula. La verdadera dimensión del ser humano es otra.

MQC: También decía Rafael Alberti algo que dejó cierto regusto de su amor por la existencia: “Quiero seguir dando señales de vida”. Lo decía en 1986.
AITANA: Así es. Mientras su obra se publique seguirá dando señales de vida. Decía el maravilloso poeta argentino Oliverio Girondo, gran amigo nuestro y muy admirado aún por la juventud: “Basta que alguien me siente, para ser un recuerdo”. Mientras alguien piense en Rafael Albertí, Rafael Alberti existirá.

MQC: “España es un país con la historia más loca y fantástica que hay”, decía también Alberti.
AITANA: Pues mira estoy de acuerdo. Me parece que tenía razón. Es un país raro España.

MQC: ¿Qué imagen crees que tienen hoy los jóvenes de Rafael Alberti?.
AITANA: No sé nada, lo puedo intuir pero no lo sé realmente.

MQC: Si, diríamos que existe de él una imagen postromántica. Hablábamos ayer de España y de la poesía, con Pablo Armando Fernández aquí presente, y podíamos decir que los poetas actuales de España tienen de Alberti como de Machado, José Bergamín o Federico García Lorca una imagen idealizada.
AITANA: ¿Estamos hablando de los jóvenes de treinta, de cuarenta años…?.

MQC: De menos de cuarenta. Se diría que leen poco en un esquema bastante general, aunque existen las opciones contrarias y las excepciones. De esos autores, incluido Antonio Machado, que ahora está más de moda digamos gracias a la preciosa biografía que ha publicado Aguilar de Ian Gibson Ligero de equipaje, se habla ahora más, se ha abierto un sendero que nos permite re-conocer una poesía que, por otras cuestiones, estaba comenzando a olvidarse, porque la juventud se encuentra en una fase difícil, de cierta materialización, debido incluso a la real falta de oportunidades que tiene o a la poca atención que la prestan los gobiernos.
AITANA: Compré el libro de Ian Gibson y creo que es un libro importante para entender muchas cosas. Respecto a la juventud creo que el mandato es leer, leer y leer… José Martí decía que “Leer es crecer”. Habituarse a leer te da un crecimiento interior tan grande que quien de pronto descubre la lectura, y se aficiona a leer se da cuenta inmediatamente de su capacidad de crecimiento, de lo que todo eso significa para el ser humano.

MQC: Es como cobrar nueva vida.
AITANA: El espíritu se enriquece de una forma fantástica. A los niños hay que inculcarles la lectura por encima de todo.

MQC: ¿Podíamos decir que la obra de tu padre es un claro ejemplo de diálogo con la vida y con la libertad?.
AITANA: Sí, creo que es una obra abierta a todo, de una gran diversidad. Siempre se dirige a algún estado de ánimo del ser humano y en él tenemos a un autor triste, dramático, a alguien que habla de la guerra. Es alguien que escribe de la vida.

MQC: ¿Y por qué podemos suponer que la derecha en España, y alguna izquierda incluso, ha denigrado esta obra intensa, la ha dejado un poco de lado?. Tal vez ello pueda obedecer a que han visto a Rafael Alberti como oponente político.
AITANA: Mi padre no es sólo un poeta. Es también un hombre político. Esa podría ser la explicación. Generalmente los poetas suscitan una gran inquietud en determinado tipo de personas. En el caso de mi padre despierta cierta desconfianza, fundamentalmente porque ser un hombre de izquierdas, y no sólo de izquierdas: es un comunista convencido y confeso. ¿Cómo podemos pensar que lo van a aceptar?. Eso es impensable. Pueden admirar alguna parte de su obra, libros como “Marinero en tierra”, los menos comprometidos, los poemas de amor. Es una pura apreciación subjetiva.

MQC: En el marco del XI Festival Internacional de Poesía de La Habana, organizado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, bajo la Presidencia de Miguel Benet y el trabajo de Alex Pausides y de ti misma, entre otras personas, aparece la dedicación a determinados grandes poetas eslavos y, textualmente “A la memoria de Federico García Lorca en el 70 aniversario de su muerte y del inicio de la Guerra Civil Española”. ¿Qué significado tiene para ti y, también,  para los cubanos esta dedicatoria?.
AITANA: Eso para mí significa mucho. Me ha permitido reflexionar de una manera muy intensa en torno al asesinato de García Lorca. Yo, particularmente, tengo la opinión de que los asesinos de Lorca andan sueltos. Están aquí, están en todos los lados, en los Estados Unidos, en el Salón Oval. Los asesinos de Lorca pululan. Es algo que me espanta. Esa es la gran reflexión que yo he llevado a cabo, pensando en el inicio de la Guerra Civil. Ese inicio tiene lugar en el mes de Julio y, enseguida, en Agosto, ya matan a Lorca. Es tan simbólico ese fusilamiento, ese asesinato totalmente incomprensible, absurdo, bestial, algo tan inútil. No olvidemos que incluso perjudicó a quienes le mataron.

MQC: Luis Rosales lo ha dicho así.
AITANA: Rosales sabe de lo que habla y su familia también, ellos eran amigos de Lorca.

MQC: Pero no deja de ser un crimen, algo que ni siquiera una guerra o un levantamiento en armas puede justificar.
AITANA: Es una cosa verdaderamente estúpida, aparte de ser un crimen de lesa humanidad, un ataque al ser más inocente del mundo. Mi padre tiene un poema que escribe justo cuando se entera que es verdad que ha muerto Lorca. Es un poema que dice: “No tuviste tu muerte/la que a ti te tocaba./Malamente a sabiendas/se equivocó el camino”.

Basílica Menor de San Francisco de Asís – La Habana. © Manuel Quieroga Clérigo

MQC: De todas formas sigue siendo algo que nadie quiere aclarar del todo. El propio Ian Gibson dedicó páginas y páginas a tratar de desvelar los porqués de aquella muerte.
AITANA: Es que ya  antes todo había sido muy confuso. Se decía que le iban a cruzar a las líneas del frente, su hermana Isabel llamó a mi padre para pedir que no se hablara de Federico, porque estaba escondido. Mi padre siempre tuvo sentimientos de culpa por la muerte de Federico, ¿por qué?. Creía que la muerte confundió su camino, había encontrado a Federico cuando debía haberle encontrado a él, a mi padre. Habrían sido felices matando a mi padre. Habría sido una muerte más lógica en todo aquel contexto. Lo que sucede es que mi padre no estaba donde estaba Federico. Inmolaron a un inocente. La muerte de Federico es realmente una inmolación. Federico era la inocencia, no era un ser político. Aunque si es cierto que era un republicano, ojo, que también han querido descafeinar a Federico. Él tenía unas ideas muy claras, aunque no militaba en ningún partido. Pero el firmó todos los manifiestos a favor de la República que hubo que firmar. Eso también lo cuenta Gibson. Pero no militaba en ningún partido. “Yo soy del partido de los pobres”,  dijo en una entrevista muy importante.”¿Cómo se puede pensar en la poesía o cómo se puede hablar de los lirios del campo si hay que gente que tiene hambre?”, son también palabras literales suyas.

MQC: Pero luego el Régimen no parece que tuviera nunca pesar por esa muerte, ni siquiera que intentase justificarla.
AITANA: Al poco de acabar la guerra le preguntaron a Franco por la muerte de García Lorca, en un momento el que el tema tenía un interés,  era algo a escala mundial. El contesto: “Fue un chispazo de esos que ocurren en las guerras, algo que no se sabe bien cómo o porqué sucede”. Lo daban como algo casual, algo que se produjo de forma circunstancial.

MQC: Terminamos: ¿cómo ves la cultura en Cuba hoy?.
AITANA: Pablo, ¿qué decimos de la cultura en Cuba?. (El poeta tunero, autor de “Los niños se despiden”, premio de Novela Casa de las Américas 1968, sonríe). Nosotros seguimos organizando el Festival Internacional de Poesía de La Habana todos los años. Y lo hacemos con un grandísimo esfuerzo, al realmente inaudito. En Cuba hacer las cosas siempre cuesta mucho trabajo porque estamos en un país sitiado, en un país pobre, en un país acorralado. Eso es algo que hay que tenerlo muy claro. Tú invitas por ejemplo a unos poetas de Puerto Rico y el que ellos puedan llegar hasta aquí es una verdadera  tragedia, porque Puerto Rico es Estados Unidos. Vienen de una manera extraña, que no se sabe cuál es. Tienes que comprar un medicamento y tienes que comprarle en la India, porque no se puede comprar a noventa millas, que es Estados Unidos, donde existe ese medicamento. ¿Cuál es el problema?. Pues pese a todo la cultura en Cuba es algo floreciente. Acabamos de presenciar un magnífico concierto en la Basílica Menor de San Francisco de Asís. Esos muchachos que tocaban ahí sus instrumentos son alumnos de las escuelas de arte, claro que son alumnos de grados superiores, pero es una maravilla como tocan. Y así podríamos seguir hablando de otros sectores, eso sucede en todas las facetas del arte. Los pintores son algo excepcional, hay gran riqueza en todas las artes. Este Festival sigue moviendo a una cantidad de gente importantísima, y todos vienen a La Habana  pagándose sus viajes, sus hoteles, sus comidas. Por aquí han pasado  Thiago de Melo y Ernesto Cardenal, ahora nos acompañan el poeta ruso  Evgueni Evtushenko y Roberto Sosa, Premio Nacional de Honduras,  Gustavo Pereira de Venezuela, Juan Manuel Roca de Colombia, Caetano Longo de Italia, etc. Todos ellos son gentes que participan en el Festival acreditándose a sus expensas. Hay otros festivales, como el de Medellín que es maravilloso, donde yo estuve hace unos años y todo corre por su cuenta, todo te lo pagan, te invitan al pasaje y a todo lo demás, e incluso te dan algún dinero de bolsillo.

MQC: Y pese a esta situación, la gente sigue trabajando, sigue creando….
AITANA: Yo creo que Cuba es un caso muy especial, es un país muy particular. Cuba sí que es un país raro, más raro aún que España. Todo lo que aquí sucede es muy sui generis, muy particular.

MQC: Y siguen llegando los barcos, y los aviones de todo el mundo.
AITANA: Siguen.

MQC: Y sobrevive.
AITANA: Sobrevivió a la caída del campo socialista, pasando por unos momentos muy dramáticos que yo viví en mi carne. Teníamos apagones de once horas, las neveras estaban vacías. No había ninguna manera de conservar los mínimos alimentos que quedaban, que por cierto eran poquísimos. Y este país siguió adelante.
PABLO ARMANDO FERÁNDEZ (interviene aclarando): No había papel para publicar los libros.
AITANA: No había nada, nada. Yo trabajaba entonces en una editorial. Comenzamos en aquel momento a hacer lo que llamaban plaquettes. Había que ver aquellas plaquettes…Entonces se publicaban cuatro o cinco  hojitas. No se podía más. Se publicaba a grandes poetas, pero eran a lo sumo diez poemas y todo en unos cuadernos diminutos. Una tonelada de papel no sé lo que costaba. Cuba no podía comprarlo. Se empezaron a morir las gallinas que ponían huevos porque no había pienso para ellas, que en la época anterior llegaba de Polonia. Los tanqueros que traían el petróleo) estaban fuera de las aguas territoriales, se quedaban allí esperando, porque Cuba tenía que pagar por cada tanquero un millón de dólares cash. Y es que Cuba no tiene crédito internacional. Pero esas cosas no se saben, aunque sea muy  interesante saberlo pues así uno se puede dar cuenta de lo que significa vivir una guerra sin armas, una guerra permanente, alargada. Era, es, una guerra de desgaste continua. Y pese a todo no han podido con Cuba. Por algo será.


EL AUTOR

MANUEL QUIROGA CLÉRIGO (Madrid, 1945) Sociólogo, es narrador, dramaturgo, crítico literario, poeta. Es autor, entre otros libros, de Homenaje a Neruda, Bilbao,1973. Fuimos pájaros rotos. Barcelona, 1980. Crónica de aves. CyH, Barcelona, 2007, Carta de la Campan(i)a, Madrid, 2010, Volver a Guanajuato, Guanajuato, 2012. “Una de sus principales aficiones es el viaje, el contacto con paisajes-geográficos y humanos, el encuentro con lejanas culturas y gentes”, dice de él Antonio Porpetta.